En Atlantic City, las mujeres juegan
un papel secundario y siempre por detrás de los hombres. Da igual que dicha
mujer sea la viuda de un gran magnate y ahora dirija la empresa, o que sea la
propietaria de una taberna del paseo marítimo o la heredera del director de uno
de los periódicos más prestigiosos de la ciudad. Nada de eso importa, porque
ninguna mujer está por encima de los tejemanejes que los hombres se traen entre
ellos.
Pero, dicha situación ya cansa a
muchas madres, a muchas amas de casas, a muchas trabajadoras y a muchas jóvenes
muchachas que tienen el deseo de estudiar para llegar lo más lejos que la vida
le permita, para ser pioneras en la materia que ellas quieran.
De esa manera, un grupo de
mujeres individualistas, feministas, inteligentes y con vistas a un futuro
mucho más igualitario en vista a ambos géneros, conformaron el Movimiento Feminista
de Atlantic City en la clandestinidad. En él, y a pesar de que todas las
mujeres se conocen entre ellas, utilizan sobrenombres para que nadie desde
fuera conozca las identidades de las feministas que conforman el movimiento. Un
movimiento que tiene como primer punto el conseguir el voto femenino porque las
mujeres no quieren volver a callar nunca más.
INTEGRANTES DEL MOVIMIENTO FEMINISTA
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